El perfecto caballero
Un caballero se ocupa de apartar los obstáculos que bloquean el libre andar de los que van junto a él, inclusive suele acompañarlos en sus movimientos
Reglas de oro para ser el caballero perfecto
Aquella urbanidad
Es casi una definición de caballero decir que "es uno de esos hombres que nunca causan dolor". Esta definición es tan refinada como certera.
Un caballero se ocupa de apartar los obstáculos que bloquean el libre andar de los que van junto a él, inclusive suele acompañarlos en sus movimientos.
Sus beneficios pueden ser comparados en forma paralela con las llamadas "comodidades de uso personal": como por ejemplo una silla confortable o el fuego acogedor de una chimenea, que calman la fatiga y el frío respectivamente.
El caballero perfecto, esquiva cuidadosamente cualquier cosa que pueda causar una sacudida -todo choque de opinión o colisión de sentimientos, toda restricción o prohibición, o sospecha, o resentimiento- y trata con gran empeño que todos se sientan cómodos como en su propia casa.
Te puede interesar: Eres un sibarita. ¿De dónde viene? ¿Cuál es su origen?
Sus ojos están puestos en cada uno de los que forman su clan, es tierno con el vergonzoso, gentil con el esquivo y compasivo con el irracional. Evita toda alusión o tema que pueda irritar, trata de no sobresalir y de no ser aburrido.
Un caballero es tan sutil haciendo favores que pareciera que -por el contrario- estuviera recibiéndolos.
Nunca habla de sí mismo, excepto cuando se ve obligado a hacerlo, nunca se defiende por mera réplica, hace oídos sordos frente a la calumnia o difamación, es escrupuloso en poner por qués a aquellos que interfieren con él y siempre intenta interpretar todo para bien.
Un caballero jamás se queda atrás en sus disputas, como tampoco toma ventajas deshonestas, ni vocifera.
Desde su prudencia observa la sabiduría del anciano que enseña a ver a nuestro semejante como a nuestro posible futuro amigo. Tiene un gran sentido común para afrontar los insultos, no hay lugar en sus pensamientos para recordar injurias y es demasiado indolente para soportar la maldad.
Sabe -en cuanto a principios filosóficos- ser paciente, abstenerse o resignarse, se expone al dolor porque es inevitable, al despojo porque es irreparable y a la muerte porque es su destino.
Su intelecto disciplinado lo protege de la descortesía de aquellos que creen ser mejores, aunque menos educados, y quienes como armas de puntas romas desagarran con sus palabras en vez de cortar limpio.
Su opinión puede estar acertada o bien equivocada, pero es demasiado astuto como para cometer alguna injusticia.
Te puede interesar: Elegancia, dandismo y diplomacia
Puede ser tan cándido y simple como enérgico y tan conciso como determinante.
No encontraremos mayor consideración e indulgencia: él se introduce en la mente de sus oponentes y responde por sus errores.
Un caballero conoce la debilidad de la razón humana tan bien como a su fortaleza.
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
El que en medio de la discusión lanza invectivas e insultos a sus contrarios, comete además una grave falta de respeto a la corporación entera
-
La urbanidad es tan estricta en lo relativo al prójimo que no permite causarle disgusto en nada; por esto no permite que se hable nunca mal de nadie
-
No es cortés, al andar, girar las espaldas a un lado y a otro como el péndulo de un reloj, ni poner una delante de la otra; esto denota un espíritu soberbio o una persona que se da tono
-
Un caballero lo es, no es un título gratuito, hay que ganárselo cada día con sus actos, con sus acciones y con sus hechos
-
Hay personas tan llenas de sí mismas, que explican siempre a aquellos con quienes conversan lo que han hecho y lo que hacen, y que se debe tener en mucha estima todas sus palabras y acciones
-
Parece contrario a la cortesía el ponerse en bata tan pronto como se vuelve a casa, y de mostrarse así vestido; esto puede permitirse sólo a los ancianos y a las personas indispuestas
-
La urbanidad exige tenerla limpia, siendo muy vil dejarla llenarse de moco, ya que la nariz es el honor y la belleza del rostro, la parte más aparente de nuestro cuerpo
-
Los tratados de urbanidad siempre han existido para las clases pudientes y para guiar los usos sociales de la aristocracia
-
Es de lamentar que los buenos modales hayan caído en creciente desuso con la precipitación y la impaciencia de la vida moderna
-
Si una persona de poco tacto llegare a ponernos en el caso de dirigir la palabra a otra con la cual estemos mal avenidos, hagámoslo de una manera cortés y afable
-
Los juramentos y blasfemias están entre las mayores faltas que se pueden cometer contra las leyes de la cortesía
-
No debe uno permitirse jamás la libertad de apoyar la cabeza en la mano como si no se pudiera sostener