Cosas que nunca debes hacer en un restaurante.
A veces los propios comensales somos en alguna medida responsables del desastre, al no seguir unas mínimas normas básicas que nos ahorrarían frustraciones a nosotros y a nuestros compañeros de mesa.
Qué no hacer en un restaurante.
A todos nos gusta salir a comer o cenar, y a todos nos disgustan las experiencias negativas cuando vamos a un restaurante. Sin embargo, a veces los propios comensales somos en alguna medida responsables del desastre, al no seguir unas mínimas normas básicas que nos ahorrarían frustraciones a nosotros y a nuestros compañeros de banquete. Hace ya meses, el bloguero estadounidense Adam Roberts reunió sus "10 cosas que estás haciendo mal en los restaurantes" en un artículo para el Huffington Post, y desde entonces he querido escribir mis recomendaciones. Éstas son las nueve cosas que yo nunca haría.
Comerte lo que te echen
Si algún plato tiene una falta grave, debemos tragarnos las vergüenzas y devolverlo a la cocina explicándole por qué al camarero con mucha educación. En el fondo, le estamos haciendo un favor al restaurante, que así podrá corregir el error, mejorar y a la larga ganar más dinero. Desde luego que la reclamación ha de estar acorde con el establecimiento: no se puede exigir igual en una casa de menú a 9 euros que en un restaurante gastronómico de a más de 100. Pero es precisamente en los sitios finos donde nos reprimimos más a la hora de quejarnos quizá por el miedo a pasar por ignorantes, cuando debería ser justo lo contrario.
Pedir la carne muy hecha
El cocinero neoyorquino Anthony Bourdain lo cuenta en sus 'Confesiones de un chef': los restaurantes destinan los peores trozos de carne a los clientes que la piden muy hecha. Es mucho más fácil de camuflar una mala pieza si se sirve requetepasada, mientras que en las carnes al punto o sangrantes el engaño es más complicado.
Ignorar las temporadas
Todos lo hemos hecho alguna vez, pero no existe vía más directa al fracaso que elegir un plato con ingredientes (sobre todo verduras y frutas) que no estén en temporada. ¿Ensalada de tomate en invierno? Tomarás poliespán teñido de rojo. ¿Alcachofas con jamón en verano? Serán de bote y habrán fallecido víctimas del ácido cítrico. ¿Fresas en otoño? De la Conchimbamba y a precio de oro. Si se desconoce el calendario, lo mejor es preguntar si el ingrediente principal del plato es fresco y local, o guiarse por un principio básico que casi siempre se cumple en las verduras: hojas, otoño-invierno; frutos, primavera-verano.
Ser tiquismiquis con los ingredientes
Cuando te pones plasta con los ingredientes de los platos -"¿puede ser sin aguacate, sin cebolla y sin comino, que no me gustan?"- no sólo estás irritando a los demás comensales al alargar las peticiones con tus dudas. Si el cocinero accede a quitarlos, es más que posible que destruyas el equilibrio que él buscaba al preparar la receta. Cuando no te gusta algo de lo que lleva un plato, mejor pedir otra cosa. Y si no te gustan muchas cosas, quédate en tu casa, pide cuentas a tus padres por no haberte enseñado a comer como Dios manda o espabila de una vez, que ya no tienes 10 años.
Ir a fumar o al baño cuando no toca
Las saliditas a fumar o al baño deben hacerse siempre en momentos en los que no interrumpan el ritmo de la comanda o del servicio. Si vas antes de empezar a comer, hazlo después de haber pedido para que no se retrase el proceso por tu culpa. Durante la comida es de pésima educación largarte a echar un cigarro y obligar al resto de la mesa a esperar tu vuelta para el segundo o el postre. No es una cuestión de intolerancia, sino de respeto al prójimo.
Confundir al camarero con un amigo (o con un enemigo)
Gracias a sus indicaciones, consejos y amabilidad, los buenos camareros logran que la experiencia de comer fuera sea mucho más placentera. Lamentablemente, son una especie profesional en peligro de extinción, puesto que muchos hosteleros piensan que no se necesita ningún tipo de talento o cualificación para desempeñar dicha tarea. En este contexto, conviene mantener una relación cordial con los que te están sirviendo -mostrarse maleducado acaba jugando en tu contra-, pero sin ceder a la presión de sus recomendaciones -pueden ir encaminadas a endilgarte cosas que deben salir de la cocina o a clavarte en la cuenta. Ten en cuenta lo que digan... pero pide lo que te apetezca.
Pedir pescado un lunes
En los tiempos en los que la mayoría de la gente compraba en los mercados, esto no hacía falta ni explicarlo. Pero con la implantación de los súper y su obsesión por darlo todo todos los días, se nos ha olvidado que los lunes no hay pescado fresco. Consecuencia: si ese día de la semana comes algo en un restaurante que haya salido del mar, será congelado o de hace días.
Usar el móvil
Poco tengo que añadir a lo dicho por la escritora Elvira Lindo en un artículo reciente. Estar con el móvil adelante y atrás durante una comida no sólo es de mala educación, sino también una soberana horterada. Además de llenar el buche, cuando comemos estamos disfrutando de un placer y comunicándonos con nuestros compañeros de mesa. Y las llamadas, los mensajitos, los whatsapp y los tweets interrumpen ambas cosas. Al 99,9% de tus comunicaciones no les pasa absolutamente nada por esperar hora y media, así que silencia tu iPhone y deja de molestar.
No mirar la cuenta
Algunas personas consideran una vulgaridad comprobar que la cuenta está bien; otras pasan por simple descuido. Todas ellas se arriesgan a pagar platos o bebidas que no han consumido. Los restaurantes no tratan de metértela doblada -bueno, unos pocos sí-, pero un camarero demasiado ajetreado puede cometer errores en el recuento. No se trata de ponerte a sumar como si fueras un contable o un descendiente de Mr. Scrooge: basta con asegurarte rápidamente de que la lista es correcta.
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Los viajes en avión son cada vez más frecuentes debido al mayor número de vuelos que se comercializan, al aumento del número aeropuertos cercanos, así como a unos precios cada vez más asequibles
-
Todo buen fumador debe saber, no solo elegir un buen tabaco, sino tener respeto por las personas que están a su lado
-
Las instalaciones de los aeropuertos no son un espacio para tomarlo como propio, como si fuera nuestra casa
-
El ayuntamiento de La Toba -Guadalajara- quiere velar por los buenos modales de sus ciudadanos y, en especial, por los de los más jóvenes
-
Una señal inequívoca de civilización la constituyen las buenas maneras.
-
Si un carruaje se halla atravesado de tal modo que no deja más que un estrecho paso entre él y las casas, no debéis dar de codo ni apretar groseramente a los transeúntes a fin de caminar deprisa.
-
Dos circunstancias animan este artículo. Por un lado, una amiga de formas educadas me explicaba que su hijo de 12 años había empezado a escupir. Como en su familia no existía tan soez gesto, la mujer interrogó al niño: "¿De dónde has sacado un
-
Una sala de cine es una espacio común que comparten muchas personas que deben atenerse a las normas de la sala y a las reglas básicas de la buena educación
-
El paraguas además de ser un utensilio para resguardarse de la lluvia puede ser un objeto molesto si no se lleva con cuidado
-
Como no somos tan exactos como para llegar siempre en el mismo momento que lo hace el transporte, es por ello que tenemos que pasar parte de nuestro tiempo en las paradas correspondientes
-
Intentar ser educado, simpático y prudente al mismo tiempo es algo que se consigue a base de práctica, de ensayos, muchos de los cuales fracasaron y tuvieron la humildad de corregirse a sí mismos
-
Las gafas de sol, en la mayor parte de los casos, tienen una función de protección de las exposiciones al sol de nuestros ojos