La elegancia, algo más que buenas maneras. I
La dignidad humana envuelve también a aquellos asuntos que ennoblecen o degradan a la persona ante sí misma
Cuidar nuestro aspecto, cuidar nuestros modales
Me imagino que el lector esta dispuesto a admitir que la dignidad humana es para nosotros una cuestión importante, pues hoy ocupa páginas y conversaciones innumerables. Casi siempre se habla de ella como un tema político, el del reconocimiento de todos, el de los derechos humanos como fundamento del ordenamiento jurídico, o como una exigencia moral básica e inalienable que debe ser enérgicamente defendida para que la sociedad no se deshumanice.
Sin embargo, pocas veces se habla de la dignidad desde un planteamiento intimista y estético. Pero es muy instructivo hacerlo. El paciente y sufrido lector que esté dispuesto a acompañarme podrá ver, espero, cómo la dignidad humana envuelve también a aquellos asuntos que ennoblecen o degradan a la persona ante sí misma, y en consecuencia ante los demás, por ejemplo la autoestima que uno tenga de sí y la consideración que los demás le otorguen.
Comportarse dignamente es algo que se aprende y que tiene que ver con un hecho escueto y principal: lo feo es indigno y vergonzoso, y debe ser ocultado o sustituido por lo bello y elegante. La presencia de lo bello y de lo feo en nosotros mismos es una parte decisiva de nuestra dignidad.
Te puede interesar: La fórmula para ser elegantes (con vídeo)
Esta cuestión nos preocupa más de lo que en principio estaríamos dispuestos a reconocer. ¿Qué piensan de mí? ¿Qué tal aspecto tengo? ¿No estoy realmente horrible? ¿Pensarán que soy tonto, o viejo, o palurdo? ¿Alguien se habrá dado cuenta de que la culpa fue mía? ¿Qué dirá mi jefe? ¿Quedaré como un imbécil?
La familia de actitudes humanas que se ponen en juego para preservar nuestra dignidad es sumamente rica. Quizá las más importantes son la vergüenza, el pudor y la elegancia.
Otras muchas tienen con ellas una íntima y natural conexión, y por eso nuestro comportamiento las envuelve en expresiones y reacciones que muestran toda la inagotable riqueza de lo humano.
Sin embargo, las tres mencionadas son las encargadas de efectuar el recorrido desde lo más bajo -la fealdad- hasta lo más alto -la belleza-, a través de todos sus intermedios. Son actitudes inseparables y entremezcladas, que aquí no tenemos más remedio que diferenciar para lograr así una cierta comprensión de ellas.
- La elegancia, algo más que buenas maneras.
- La vergüenza.
- El pudor.
- La desnudez anónima.
- La compostura.
- La elegancia.
- Lo íntegro.
Su opinión es importante.
Participe y aporte su visión sobre este artículo, o ayude a otros usuarios con su conocimiento.
-
Este trabajo se inscribe en el marco de la literatura moral de "Tratados de buenas maneras" o "Tratados de urbanidad"
-
Cabe resaltar la idea del ahorro, que constituía la muestra del equilibrio que se buscaba tener en la vida, asegurando este padre de familia que el dinero no debía faltar
-
En una mesa elegante y formal se suele colocar un platito con un pedazo de mantequilla para tomar como un aperitivo
-
Los gestos pueden servir para reafirmar lo que se dice con las palabras
-
Los principios de la urbanidad en la ciudad de Mérida durante el siglo XIX.
-
¿A qué se debe este renovado interés por los modales, incluso en una sociedad como la norteamericana, en la que se supone que justamente no importan tanto?
-
La limpieza: ¿una posición social? Tener agua para bañarse con frecuencia mostraba lujo, ocio y bienes
-
Vamos a dar una descripción general sobre los elementos que componen un abanico: desde las varillas al clavillo. Los abanicos son muy útiles para aportar un poco de 'frescor' en los días más calurosos
-
Las flores, en muchos países, tienen un significado distinto según el color, el tipo de flor...
-
Los principios de la urbanidad en la ciudad de Mérida durante el siglo XIX.
-
La Urbanidad designa entonces un modo de ser y estar construido y pulido a lo largo de los siglos. La Urbanidad es forma elaborada y labrada por el espíritu.
-
Con Carlos III se produjeron nuevos cambios en el ámbito del ceremonial y el protocolo. El Rey Carlos III fue el creador, en cierta manera, de la Bandera e Himno Nacionales