Conversar en la playa o en la piscina. Hablar con educación y con respeto
Hablar con otras personas en cualquier espacio abierto requiere de una cierta prudencia y discreción. Estamos en espacios abiertos donde se puede escuchar todo, o casi todo, lo que hablamos
Las conversaciones en la playa y el tono de voz. ¿Le importa al vecino lo que usted habla? ¿Le importa a usted lo que habla el vecino? ¿Qué hacer?
Los espacios abiertos que se comparten con otras personas, como es el caso de una playa o una piscina, deben regirse por unas mínimas reglas de cortesía y buena convivencia. Si todo el mundo monta sus propios debates y saraos, estos espacios no serían muy del agrado de la mayoría de las personas.
Es habitual ver corrillos de gente en la playa o en la piscina que hablan de todo tipo de cosas: comentan noticias, cotillean, cuentan sus batallitas, etcétera. Es divertido y entretenido, pero debe hacer con cierta moderación. Hay personas que se 'emocionan' demasiado contando su historia o dando su opinión sobre un tema y levanta la voz más de lo debido. Esto hace que el resto, cuando quieren que se les oiga, levanten aún más la voz y es cuando comienza el griterío, tan molesto para las personas que están alrededor.
Después de los gritones, están los indiscretos. Son esas personas que ponen a "caer de un burro" a otras personas, que pueden ser conocidas de alguno de los presentes en sus alrededores. Incluso, tienen la poca prudencia de criticar a las personas que tienen a su alrededor.
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Conversaciones privadas, con público a nuestro alrededor
Las conversaciones en espacios abiertos hay que mantenerlas con una cierta prudencia, ya que deben quedar en el ámbito privado y no hacerlas públicas, pues pasarían de ser conversaciones a ser discursos o debates públicos.
Tampoco es apropiado ser de los que "ponen la oreja" a todo lo que dicen los vecinos de nuestro lado, o mucho peor aún, de los que incluso participan en esa conversación dando su opinión sin que se la pidan. Hay que respetar la intimidad de las personas, aunque ellos no sean demasiado prudentes en sus conversaciones.
Una persona que habla en un espacio público donde sabe que tiene mucha gente a su alrededor, debe hablar con cierta cautela, cuidando de no hacer ninguna confidencia que pueda llegar a los oídos no deseados. Por eso, como hemos comentado en los párrafos anteriores, mucha prudencia y mucha discreción.
Resumiendo, siempre hay que hablar con prudencia y con respeto, pero cuando tenemos muchos 'oídos' escuchando lo que decimos hay que multiplicar la prudencia y la discreción porque nos podemos llevar una desagradable sorpresa.
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